
Los supervisores de la industria del cuero en Brasil siguen aferrándose a las técnicas tradicionales de curtido, que han sido un pilar de la economía local, especialmente en las regiones de São Paulo a Salto. Sin embargo, la llegada de un nuevo competidor silencioso, el cuero de micelio, está comenzando a transformar el panorama. Este innovador material, hecho a partir de hongos cultivados en laboratorio, podría cambiar rápidamente la dinámica del mercado del cuero si logra captar la atención del mundo de la moda. Brasil, conocido por su fuerte sector ganadero, debe adaptarse rápidamente si se quiere mantener vigente en la industria ante esta nueva alternativa que combina sostenibilidad y estilo.
Durante años, la economía ganadera de América Latina se ha sustentado en un ciclo aparentemente inquebrantable: criar ganado, vender la carne y manejar las pieles como un subproducto valioso. Sin embargo, la aparición de empresas como las de bioingeniería belga ha desafiado esta fórmula. Al utilizar materias primas simples como aserrín y hojas de maíz, logran producir un cuero que no solo posee apariencia y aroma similar al de la piel animal, sino que es potencialmente más sostenible. Con un mercado que representa 1.4 mil millones de dólares solo en Brasil, la amenaza del cuero de micelio no es trivial: puede significar un vuelco profundo en la cultura del ganado y las economías rurales que dependen de él.
Mientras las reconocidas marcas de lujo comienzan a coquetear con este nuevo material, el diálogo sobre sostenibilidad y responsabilidad ambiental se intensifica. General Motors ya ha incluido componentes de micelio en sus diseños conceptuales, y Hermès lanzó un bolso de champiñón, indicando que el futuro de la moda podría estar ligado más que nunca a la conciencia ecológica. En este contexto, la industria del cuero tradicional, especialmente en América Latina, enfrenta un riesgo significativo. Santiago Brufau, un consultor argentino, advierte que si los consumidores europeos prefieren productos que simbolizan virtudes ambientales, el valor del cuero sudamericano podría caer de la noche a la mañana.
A pesar de la incertidumbre, ni la industria ni los agricultores han dejado de buscar soluciones. La misma región que nutre a las vacas puede ser el terreno perfecto para cultivar hongos. Con abundantes residuos agrícolas que incluyen bagazo de caña y cáscaras de café, el potencial para el crecimiento del cuero de micelio es enorme. Startups en países como Chile y México están innovando al convertir esos residuos en productos viables en el mercado, aunque las instituciones gubernamentales aún no brindan el apoyo necesario para que estas iniciativas prosperen. Si se establecen subsidios y se fomenta la investigación, los productos de micelio podrían no solo ser una competencia, sino una extensión complementaria de la cadena de valor existente en el sector ganadero.
A medida que la industria se enfrenta a este nuevo horizonte híbrido, es crucial que los líderes y empresarios de América Latina consideren sus decisiones no solo como reacciones ante una amenaza, sino como oportunidades para reinventar su legado. La transición hacia el cuero de micelio podría ser la clave para unir las tradiciones con las exigencias del futuro. Con una visión política adecuada y un enfoque en la sostenibilidad, América Latina puede optar por un modelo en el que se combine la herencia ganadera con los productos innovadores, creando un ecosistema donde ambos tipos de cuero convivan y florezcan.