En Santiago, la candidata de la derecha Evelyn Matthei vuelve a generar debate al sostener que Chile ‘no debería’ respaldar la denuncia presentada ante tribunales internacionales contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. En una lectura que amplía la simple reticencia a usar la palabra ‘genocidio’, la excandidata propone que Chile renuncie a ejercer sanciones éticas, legales o diplomáticas frente a lo que describe como crímenes graves.

La Comunidad Palestina de Chile calificó la postura como una omisión grave, señalando que negar el genocidio no solo es una ofensa a decenas de miles de víctimas sino un intento de blanquear crímenes atroces, entre ellos más de 60.000 asesinatos, incluidos 18.000 niños, según la denuncia presentada.

Los críticos señalan que la postura de Matthei no se queda en palabras, sino que busca evitar enfrentar la gravedad moral de los hechos, proponiendo un ‘diálogo’ desde el marco del derecho internacional y dejando a un lado la posibilidad de sanciones frente a la violencia sostenida.

El debate revive el recuerdo de la dictadura chilena: para quienes señalan que silenciar crímenes no los elimina. En Chile, la neutralidad ante Gaza ya no parece defendible ante la opinión pública que exige responsabilidad y justicia, recordando que el derecho humano no admite equidistancias ante violaciones graves.

Analistas advierten que, de sostener una línea que blanquea ataques contra civiles, Matthei podría situar a Chile del lado del agresor. Con la mirada puesta en el escrutinio público y en posibles consecuencias diplomáticas, el discurso actual invita a priorizar la vida, la dignidad y la solidaridad con los pueblos que resisten al exterminio.