La preocupación del sector derecho se ha intensificado en las últimas semanas del proceso electoral. Tras haber cultivado un discurso triunfalista durante gran parte de la campaña, ahora se encuentran en una encrucijada donde enfrentan el riesgo de fragmentación de su bloque político. La dinámica gira en torno a la estrategia del partido, que parece estar más concentrada en evitar que su candidato MEO logre pasar a segunda vuelta que en la posibilidad de llegar a esa instancia con dos contendientes. Este viraje ha sido recibido con escepticismo y ha despertado críticas por su falta de auténtico liderazgo y capacidad de unión en un momento crítico.

El reciente lanzamiento de un trap por parte de la candidata Matthei ha servido para recalcar la desesperación que permea el comando de la derecha, evidenciado en la serie de torpezas que han caracterizado su campaña. Por otro lado, Kast ha mostrado una tendencia a improvisar respuestas estrambóticas en un intento de frenar la migración de sus seguidores hacia la candidatura de Kaiser. Estas acciones no solo levantan cuestionamientos sobre la viabilidad de su programa político, sino que también revelan un enfoque reactivo que podría alienar aún más a su base electoral.

A medida que se acercan las elecciones, el pronóstico para la derecha se torna cada vez más incierto. La posibilidad de enfrentar un balotaje desde una posición desventajosa ha llevado a la coalición a intentar crear una fachada de optimismo. Sin embargo, al observar la falta de una lista única y su constante oposición a las reformas sociales, se hacen evidentes las fracturas internas y la desconexión con la realidad de las necesidades de la sociedad. Cualquier avance electoral en las parlamentarias podría ser un indicador clave para el futuro de su candidatura presidencial.

El discurso ensordecedor de la derecha sobre el «mal gobierno» resuena débilmente entre los votantes, en especial entre las comunidades más marginadas que han sentido de forma tangible las reformas sociales que han tenido lugar. La retórica que apela al caos recuerda erróneamente las tácticas utilizadas en décadas pasadas, desdibujando la línea entre la atmósfera del miedo y la realidad actual. La resistencia a la candidatura de figuras claves como Daniel Jadue revela aún más su preocupación por perder el control sobre una narrativa popular que desafía sus intereses.

Es probable que en el próximo mes la derecha recurra a tácticas de populismo y deslegitimación de procesos electorales, tal como lo han hecho en ocasiones anteriores. La alusión a fraudes e intervencionismo se perfila como un posible vistazo a su estrategia. En comparación, figuras como Zohran Mamdani han demostrado que una campaña centrada en las necesidades reales del pueblo puede movilizar y despertar un amplio respaldo. En este contexto, la unidad y la capacidad de articular demandas claras serán fundamentales para enfrentar a una derecha que, cada vez más, se posiciona como una amenaza a la construcción de una sociedad equitativa y democrática.