
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha señalado a Jesús Alfredo Beltrán Guzmán, conocido en el mundo del crimen como «El Mochomito», como uno de los líderes clave en el narcotráfico en México. Este joven narcotraficante es sobrino de Joaquín «El Chapo» Guzmán y heredero de la violenta tradición familiar en el comercio de drogas. Las sanciones impuestas lo acusan de estar a la cabeza de operaciones que no solo distribuyen fentanilo, sino que también implican el tráfico de otras sustancias mortales como la cocaína, heroína y metanfetamina. Las acciones del gobierno estadounidense responden a la creciente preocupación por el impacto devastador que el fentanilo tiene en las comunidades tanto en EE. UU. como en México, donde miles de vidas se pierden anualmente a causa de sobredosis relacionadas con esta droga.
Las sanciones también congelan los activos de Beltrán Guzmán en Estados Unidos, revocando cualquier posibilidad de incrementar su influencia y operaciones a ambas lados de la frontera. En un comunicado, Scott Bessent, secretario del Tesoro, destacó que la OFAC considera a «El Mochomito» y su organización como un peligro para la seguridad pública, debido a su enfoque violento y a la manera en que operan con impunidad. La ola de violencia que acompaña al narcotráfico ha dejado a las comunidades mexicanas atemorizadas, mientras que funcionarios del gobierno y la policía son amenazados y atacados por bandas delictivas ante la impunidad que les otorga el poder del narcotráfico.
Jesús Alfredo Beltrán Guzmán no es un criminal cualquiera; su historia está íntimamente ligada a las figuras más notorios del narcotráfico en México. Es hijo de Alfredo Beltrán Leyva, a quien se le atribuyó la dirección de una de las organizaciones más peligrosas del país y que ahora cumple cadena perpetua en Estados Unidos. Su relación familiar lo convierte tanto en un blanco para las fuerzas de seguridad como en un símbolo del legado de violencia del narcotráfico que aún persiste en México. A pesar de haber estado detenido en 2016 y enfrentar acusaciones graves, Beltrán Guzmán continuó su ascenso en el mundo criminal, lo que indica una fuerte y peligrosa red de seguidores dispuestos a seguir sus pasos.
El Triángulo Dorado se ha vuelto el centro de las operaciones de «El Mochomito», donde se estima que él y su organización realizan la mayor parte de sus actividades delictivas. Esta región, que comprende partes de Sinaloa, Chihuahua y Durango, es conocida por ser uno de los principales puntos de producción de opiáceos en México. El tráfico de fentanilo ha alcanzado cifras alarmantes a medida que los cárteles buscan expandir su dominio en el mercado estadounidense. La relación entre el tráfico de fentanilo y la creciente tasa de muertes por sobredosis en EE. UU. ha llevado a los organismos de seguridad a intensificar sus esfuerzos en la lucha contra estas organizaciones.
Beltrán Guzmán también está vinculado a acciones violentas, incluyendo el asesinato del agente Halexy Guadalupe en diciembre de 2024, un caso que subraya la brutalidad que caracteriza a su organización. La utilización de la violencia como herramienta para consolidar poder y eliminar a rivales ha estado a la orden del día en el mundo del narcotráfico mexicano, y «El Mochomito» no es la excepción. Con su arresto y las sanciones impuestas, se espera que se generen movimientos significativos en la lucha contra el narcotráfico, aunque el camino hacia una solución es largo y complejo, con poblaciones enteras atrapadas entre el miedo y la violencia de los cárteles.
