
Un megaoperativo policial realizado este martes en Río de Janeiro ha dejado un saldo trágico de 64 muertos y 81 detenidos, convirtiéndose en la acción más letal jamás registrada en la ciudad. Este operativo, que tuvo como objetivo desmantelar al Comando Vermelho, una de las facciones criminales más influyentes de Brasil, movilizó a alrededor de 2,500 agentes de seguridad desde la madrugada, centrándose principalmente en los complejos de favelas de Alemão y Penha, ubicados en la zona norte de la ciudad. Según informes de la Policía Civil, de los fallecidos, 60 eran sospechosos de pertenecer a dicha organización criminal, mientras que entre las víctimas también se cuentan cuatro agentes de seguridad. En medio de la intensa confrontación, otros ocho policías y tres civiles resultaron heridos de bala.
El objetivo fundamental de la operación, tal como lo explicó la Fiscalía de Río, era capturar a los líderes del Comando Vermelho y frenar su avance hacia nuevas áreas, donde podrían extender su control. Las investigaciones previas a la operación, que se extendieron por un año, identificaron el complejo de la Penha como un punto estratégico para las operaciones logísticas del grupo delictivo, dado su acceso a importantes autopistas que facilitan el tráfico de armas y drogas. La magnitud de la operación y la respuesta violenta del grupo criminal transformaron las calles de la zona norte en un verdadero campo de batalla, dejando a los residentes en una situación de vulnerabilidad y terror.
Los enfrentamientos comenzaron en horas de la madrugada y rápidamente paralizaron el transporte público, obligando al cierre de escuelas y centros de salud, y atrapando a miles de vecinos en medio de los intercambios de disparos. Durante la confrontación, se registraron el uso de barricadas incendiarias y drones con explosivos por parte de los presuntos criminales, lo que incrementó aún más la tensión y complicó el acceso a varias de las principales vías de la ciudad, incluyendo la importante «Línea Amarilla». Esta estrategia violenta evidenció la complejidad y la peligrosidad del conflicto entre las fuerzas de seguridad y las organizaciones criminales en Río de Janeiro.
La magnitud del operativo no solo ha impactado a la comunidad local, sino que también ha causado un intenso debate político a nivel estatal y federal. El gobernador de Rio de Janeiro, Cláudio Castro, expresó su preocupación al afirmar que «Río estuvo completamente solo en esta guerra» y reclamó la falta de apoyo por parte de las fuerzas nacionales. Desde Brasilia, el ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, refutó las acusaciones resaltando que el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva no había sido notificado sobre la operación. Este cruce de declaraciones expone una vez más la compleja relación entre las autoridades locales y federales en el combate a la criminalidad.
El Comando Vermelho, que surgió en la década de 1970 en la prisión de Ilha Grande como una agrupación de presos que buscaban protección durante la dictadura militar, se ha transformado a lo largo de los años en una poderosa organización dedicada al narcotráfico, la extorsión y el contrabando de armas. Su expansión por el sistema penitenciario y diferentes estados brasileños le ha permitido establecer un control significativo sobre el comercio de cocaína en Río, utilizando una combinación de poder económico, influencia territorial y violencia armada. Este operativo coincide con una semana de intensa visibilidad internacional para Brasil, ya que Río de Janeiro se prepara para recibir al príncipe Guillermo del Reino Unido, quien participará en eventos relevantes relacionados con el medio ambiente y la cumbre climática COP30.
