El presidente del Partido Comunista, Lautaro Carmona, ha afirmado rotundamente que la actual ofensiva del imperialismo es el «último recurso» en su lucha por superar la crisis global. Durante su discurso en la Conferencia Internacional contra el neofascismo, Carmona destacó que el desenlace de esta crisis depende de la «unidad y lucha de los pueblos» para que el camino hacia una nueva realidad social esté orientado hacia la superación del sistema neoliberal. Estas declaraciones llegan en un contexto donde diversas naciones sufren por el retroceso de derechos y libertades, así como por intentos de desestabilización de gobiernos populares, a los que el imperialismo intenta someter mediante tácticas engañosas y manipulativas.

Carmona no escatima en advertencias sobre las tácticas del neofascismo, describiendo una serie de métodos que van desde el «bloqueo criminal» de países como Cuba hasta la desinformación a través de medios de comunicación coaptados y el uso malintencionado de la Inteligencia Artificial. El líder comunista informa que este enfoque sirve para distorsionar la realidad y manipular conciencias, alimentando así un clima de tensión y divisiones en la sociedad. Este discurso, articulado en el contexto del 80 aniversario de la derrota del nazifascismo, vuelve a poner de relieve la importancia de la memoria histórica en la lucha actual por la paz y la justicia social.

Al rememorar el sacrificio del pueblo soviético en la Segunda Guerra Mundial, Carmona instó a las nuevas generaciones a reconocer la repercusión de las luchas históricas contra el fascismo y el imperialismo. Aseguró que el Partido Comunista de Chile tiene un legado de resistencia frente a la opresión, habiendo enfrentado represiones brutales desde los años 30, incluyendo la dictadura de Pinochet en 1973. Este contexto histórico resuena en su llamado a la unidad, necesaria en tiempos donde las fuerzas reactivas del fascismo resurgen en diversas partes del mundo, buscando desmantelar los logros democráticos y sociales conquistados a lo largo de los años.

En una crítica a la ineficacia de las alianzas políticas actuales, Carmona enfatizó la necesidad de una cohesión más sólida entre las fuerzas de izquierda y progresistas. Denunció cómo a menudo, las promesas de cambio quedan atrapadas en las tramas del sistema establecido y las dinámicas de poder en el Parlamento. Subrayó que el fascismo no es solo un fenómeno del pasado; es una realidad en desarrollo que requiere una respuesta organizada y decidida de todas las fuerzas democráticas para hacer frente a su amenaza, destacando que la lucha por la justicia social y los derechos humanos debe nutrirse de una colaboración legítima y efectiva entre los pueblos.

Finalmente, el discurso concluye con un llamado urgente a la acción, enfatizando que la lucha contra el neofascismo es en última instancia una lucha por la paz. Carmona hizo eco de las palabras de Jorge Dimitrov, quien sostuvo que el fascismo busca resolver sus problemas internos a través de la agresión hacia otros países. A medida que el mundo se enfrenta a una crisis de derechos humanos y a la continua militarización de conflictos, el mensaje de Carmona resuena en todo el continente, instando a una revitalización del internacionalismo y la unidad entre los pueblos para construir un nuevo orden global que priorice la vida, la paz y la autodeterminación.