Las recientes movilizaciones de los pescadores artesanales en Chile han captado la atención nacional, destacando un problema que trasciende meramente económico y afecta profundamente la calidad de vida de las comunidades costeras. Con numerosas protestas en puertos y carreteras, así como la convocatoria a sesiones en el Congreso, el sector artesanal busca visibilizar las desigualdades que enfrenta ante una industria pesquera dominada por grandes conglomerados que controlan los recursos del mar. Sin embargo, la cobertura mediática ha mostrado una tendencia a distorsionar la realidad, minimizando las razones detrás de estas manifestaciones. Al comprender esta problemática en su contexto, se hace evidente la necesidad de una sensibilización más amplia de la sociedad chilena hacia los desafíos que vive la pesca artesanal.

La riqueza marina de Chile, con más de 6.400 km de costa, representa no solo un recurso vital para la economía, sino también una tradición cultural para miles de pescadores artesanales. Sin embargo, cifras indican que este sector, que nuclea a aproximadamente 100.000 personas, aporta menos del 40% de los desembarques nacionales. La Ley de Pesca de 2013, conocida como Ley Longueira, ha facilitado la concentración del poder en manos de unas pocas empresas, creando una asimetría que profundiza las desigualdades. Este marco legislativo no solo ha otorgado derechos de captura a largo plazo a los grandes actores industriales, sino que también ha debilitado las oportunidades de desarrollo para las comunidades costeras, mostrando claramente la contradicción de un país rico en recursos marinos, pero con pescadores que viven en condiciones de vulnerabilidad.

La pesca artesanal enfrenta obstáculos significativos debido a la falta de representación política y a la limitada capacidad de injerencia en las decisiones que afectan su actividad. Organizaciones como la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile (CONAPACH) y el Consejo de Defensa del Patrimonio Pesquero (CONDEPP) han denunciado que las políticas públicas han sido diseñadas sin considerar los derechos ancestrales de las comunidades y con un enfoque que prioriza el lucro sobre la sostenibilidad. Esta situación ha generado un clamor por una reforma integral que no solo derogue la Ley Longueira, sino que también permita una gestión más democrática e inclusiva de los recursos. Es crucial que los pescadores artesanales sean parte activa de los Comités de Manejo, donde se definen las cuotas y las políticas pesqueras.

Las movilizaciones recientes no son solo un llamado a la justicia social, sino también una demanda por la sostenibilidad ecológica de los ecosistemas marinos. La expansión de la acuicultura, especialmente de las industrias del salmón, ha tenido repercusiones negativas en los ecosistemas locales, amenazando la biodiversidad y las pesquerías tradicionales. Por otro lado, el Estado chileno, alineado con los intereses de las élites económicas desde la dictadura, ha evidenciado una desconexión con las necesidades de las comunidades costeras. Así, los pescadores artesanales han comenzado a exigir no solo un cambio en las regulaciones pesqueras, sino la implementación de nuevas políticas que fortalezcan la seguridad alimentaria y permitan el acceso equitativo a los recursos marinos.

El futuro del sector pesquero en Chile se encuentra en un punto crítico. La derogación de la Ley Longueira y la implementación de un nuevo sistema que promueva la gestión comunitaria de los recursos es esencial para construir un modelo más justo y sostenible. Con altos índices de inseguridad alimentaria en el país, es urgente que el pueblo chileno comprenda que la lucha de los pescadores artesanales es una búsqueda de bienestar general. La integración de su conocimiento tradicional en la gestión de las pesquerías y el desarrollo de redes de comercio justo son pasos clave hacia una soberanía alimentaria que beneficie a todos. Si la sociedad chilena se une en esta causa, se puede lograr un futuro más equitativo, donde los recursos del mar sean administrados por quienes realmente lo habitan y protegen.