
La situación económica actual está marcada por una serie de desafíos sin precedentes, que han llevado a muchos a calificarla como la “era del caos”. La crisis que atraviesa el mundo no es producto de un fenómeno aislado, sino que tiene raíces profundas en las decisiones tomadas por los grandes poderes financieros. Despidos masivos, devaluaciones insostenibles y un aumento alarmante de la inflación han golpeado fuertemente el bolsillo de los trabajadores. En este contexto, Eric Campos, Secretario General de la CUT, hace un llamado a la importancia de una respuesta organizada desde la clase trabajadora para evitar que el peso de esta crisis recaiga sobre quienes menos tienen.
Las tensiones geopolíticas, especialmente en torno a las decisiones del gobierno de Trump en Estados Unidos, han desencadenado una guerra comercial con consecuencias potencialmente devastadoras para la economía global. Los movimientos erráticos en la política arancelaria y el impacto colateral que esto genera en las bolsas de valores y los precios del petróleo son indicativos de una crisis inminente. La recesión no solo afectará a las economías más fuertes del mundo, sino que también socavará la estabilidad de aquellos países como Chile, que dependen de la exportación de materias primas.
Chile, caracterizado por su dependencia de las materias primas, se enfrenta a una precariedad económica acentuada por la coyuntura internacional. La falta de un marco regulador que proteja a los trabajadores y a la economía en general durante tiempos de crisis es alarmante. Las demandas de establecer un salario vital y la negociación colectiva por rama son esenciales para la supervivencia de los trabajadores en un ambiente laboral cada vez más hostil. Estas no son solo peticiones éticas, sino también medidas estructurales necesarias para garantizar condiciones de vida dignas.
Sin embargo, el bloque de poder empresarial, político y mediático ha comenzado a desacreditar las demandas de la clase trabajadora, argumentando que son peticiones irrealizables en tiempos de crisis. A pesar de estos ataques, es fundamental que los trabajadores comprendan que la batalla por un salario justo y la negociación colectiva no es solo una cuestión de bienestar personal, sino una lucha por la cohesión social y la dignidad de todos. Esta resistencia ante la opresión es lo que permite mantener un hilo de esperanza en momentos difíciles.
Por último, se requiere un llamado urgente a la unidad y movilización entre los sindicatos y trabajadores organizados. Ahora es un momento crucial para establecer una hoja de ruta que incluya acción, estrategia y una mística solidaria. Como señala Agustín Tosco, la paciencia y la perseverancia son esenciales en la lucha por los derechos laborales. Trabajadores y trabajadoras no deben dejarse desanimar por las adversidades ni dividirse en el camino hacia la justicia social. La organización y la lucha son la única vía para demostrar que los trabajadores no pagarán el costo de esta crisis.